Amo sus horas menos brillantes, porque también amé las mías, será que me recuerdo, y recuerdo lo que he logrado a través de ellas. Amo el dolor y es un amigo grato, hoy no está acá, será porque aprendí a tratarlo y será por eso que ya no duele. He aceptado cada una de las terribles situaciones que he pasado, y de mirarlas tanto ya no las veo, ni tanto, ni tan terribles. Amo profundamente la hora de hoy, aunque me hablen a través de su dolor, aunque se alejen, aunque me echen, aunque ya no quieran compartir conmigo. Sé que ese no es su verdadero yo, pues he podido ver la sonrisa de sus ojos brillantes alguna vez, por eso sé que están ahí, aunque escondidos. Amo su momento de hoy porque sé dónde les llevará, amo la caricia que no me han dado nunca por cuidarme de cosas que solo ellxs sabrán. No todo sale bien a la primera y amar el tiempo de los intentos es amar el sueño que se está labrando en horizontes que desconoceré porque he quedado afuera. Y lo entiendo.
Paciencia, perseverancia, constancia, responsabilidad, palabras con un peso que aplastan cuando se está en un momento de big bang, pero que, cuando se encuentra el propósito y esa pasión con la que trabaja, se convierten en liviandad. Solo el amor alumbra lo que perdura habla de amarse a uno mismo como ley primera, reconocerse y trabajar por la propia seguridad, por encontrar el equilibrio, volver a confiar, volver a mirarse al espejo y decir ¡Aquí estoy yo, me acepto, me perdono, me quiero!
Perdonarnos por haber permitido que situaciones, palabras, momentos, personas, un sistema, nos hieran, perdonarnos por darles a todo lo externo el poder de nuestras emociones y nuestra vida. Es nuestra responsabilidad lo que damos, y damos lo que llevamos adentro y lo que hemos permitido entrar, y por eso es que en situaciones donde está todo nublado, se vive en posición defensiva, desconfiada, creemos que el mundo nos está atacando porque en realidad, lo estamos haciendo nosotros, con nosotros mismos, la opresión es parte de la resistencia, de resistirse al cambio.
Nos atacamos cuando no nos escuchamos con atención, cuando no equilibramos los sentidos, nos atacamos cuando no podemos ver que el amor es nuestra esencia, es el camino, cuando nos resistimos a aceptar lo que sentimos, cuando no nos permitimos mirarnos como seres humanos, con errores, con defectos, tan bellos en imperfecciones como somos, cuando pretendemos ser la perfección que vende mejor por tv; cuando no nos permitimos pedir ayuda, cuando le damos tanta bola al miedo, cuando no nos permitimos llorar, llorar como niños, porque nos dijeron que eso no se debe hacer, cuando en realidad, el llanto es lo más sano, curativo y liberador que existe. Llorar, pintar un cuadro, moldear el barro, cantar, escribir, hay muchos métodos para llorar que llorar en sí, los mismos que se usan para reír.
Solo el amor alumbra lo que perdura, nos habla de que hasta que no encontremos el amor en nosotros mismos, nada perdurará en nuestro camino, todo se cae, todo se derrumba, todo dura nada porque no tiene buena base, porque lo que hace falta es encontrar ese punto en que nos reconocemos, nos amamos por quienes somos, nos miramos y nos gustamos, nos elegimos cada día, nos arreglamos para vernos más bellos frente al espejo, nos rociamos con distintos perfumes hasta que encontramos el que mejor sentimos que encaja con los nuestros.
Cuando no encontramos el amor que hay dentro nuestro, seguimos llamándolo El fantasma (ese al que asesinamos) acaso ¿por qué creemos que la diana nos sorprende recostados en el balcón? ¿Será porque seguimos buscando afuera lo que no podemos encontrar adentro? ¿Será que creemos que lo externo tiene eso que nosotros necesitamos y por ende lo podremos agarrar en el otro cual manotazo de ahogado? ¿Será que pregonamos querer libertad y sin embargo seguimos buscando caudillos que nos presidan? Amarse a uno mismo, confiar en las propias capacidades, desarrollar la creatividad, nos hará libres de verdad, libres para volar donde se nos cante, no donde necesitemos, porque donde hay una necesidad, hay un apego, hay cadena, hay enganche. A veces estamos tan apegados a nuestras ideas, es decir, a la percepción de la realidad que tenemos, que no nos damos cuenta y no nos permitimos abrir el espectro, hay ideas o conceptos que no son sanos para aplicarlos en todos los ámbitos, ¿Por qué hago lo que hago? ¿Por necesidad o por elección? ¿Hemos crecido con un concepto que tal vez no convenga ser aplicado en esta canción?
Cuando me he centrado en la necesidad (muy subjetiva para cada uno), puse el foco en la escasez y la carencia atrayendo a la enemiga ansiedad y dependencia por obtener afuera creyendo que eso me iba a salvar. Cuando me di cuenta de que no necesitaba nada de eso que veía como necesidad, tuve todo lo que realmente “quise” tener. Mi propia estabilidad. Mis propias palabras, mis propios significados. El problema había sido siempre no tener en claro qué es lo que realmente quería, y poner el foco allí fue la solución. Y la encontré descubriendo qué era lo que no quería.
Lo que pude ver, es que “lo que yo necesitaba” “era un medio” para “hacer lo que yo quería”. Yo quiero desarrollar mi creatividad, no lo necesito, puedo seguir funcionando sin ella, pero la quiero porque me abre nuevos caminos, para eso hay muchas herramientas y senderos, uno de ellos puede ser tomar un curso de teatro, “necesito la herramienta”, es decir, el curso de teatro, es decir, el medio, y ¿cuál elijo? Porque cursos de teatro hay muchos, entonces, elijo el que más me gusta, me convence, me atrapa, el que tiene ese no sé qué… ¿Acaso estoy necesitando a ese curso específico o lo estoy eligiendo porque tiene algo distinto? ¿acaso lo distinto a veces da miedo por no ser terreno conocido? ¿acaso ese es un gran motivo para aventurarse a descubrirlo?
¿Y si cambiamos el ejemplo? ¿Y si hablamos de vínculos? Supongamos que quiero encontrarme a mí misma (trabajo que nunca termino). Hay muchas maneras de hacerlo, pero la convicción es clara, lograr eso es lo que quiero ¿por capricho? No, lo quiero porque eso mejorará mi vida. No es una necesidad, puedo seguir funcionando, somos animales de costumbres. Una de las maneras más efectivas, es a través de los vínculos personales, puedo hacerlo a través de un terapeuta, a través de mis amigos, a través de mi pareja, a través de todos ellos. ¿Los necesito a ellos o los elijo como el medio para satisfacer mi necesidad?
A lo que siempre me refiero es a que en esta selva obramos como interfaces, necesitamos el vínculo con los demás, necesitamos el espacio de diálogo, no necesitamos a una persona específica para que eso suceda. Cuando nos relacionamos con alguien es porque elegimos a ese alguien, no porque lo necesitemos a él/ella específicamente. Elegimos a ciertas personas porque algo de ellas nos atrae, nos gusta, sentimos una energía distinta que se mueve por esos lares. Lo que trae como consecuencia la falsa creencia de que necesitamos a una persona específica en nuestra vida (o situación), es cuando le hemos dado el mando de nuestro barco, es decir, el poder de nuestras emociones, cuando hemos depositado en la persona la demanda de lo que necesitamos, los seres humanos no somos objetos satisfactores de necesidades por el hecho de ser serviciales, y ser serviciales no nos convierte en serviles, aunque lo aparente.
Cuando uno plantea algo como una necesidad, es porque está buscando en ese algo, (situación, causa, momento, espacio, personas, etc.) lo que no se posee, se está buscando así mismo en ese algo/alguien y eso está buenísimo si comprendemos que el vínculo con el otro es el medio para encontrarse, un medio que hemos elegido porque tiene muchas virtudes o no, por algo la elegimos, pero sabiendo que el otro no nos tiene que dar lo que nosotros no seamos capaces de descubrir por nosotros mismos, tal vez la magia exista y suceda a través del vínculo, el ecosistema comunicacional con el que nos relacionamos? Poco me importa donde rompa mi estación si cuando rompe está rompiendo lo imposible… ¿de qué habla Silvio? Yo creo que, de un espacio, de un vínculo con algo o con alguien, ¿conmigo mismo?
Cuando pienso en ¿Por qué ayudo a mis compañeros de la universidad en ciertas cosas? Me planteo lo mismo, siento que es parte de mí el hecho de tener una disposición para ayudar, no siento que sea por una necesidad, es mi elección. Los momentos en los que no lo hago, no me hace falta, no hay nada que se modifique en mi interior, no me siento afiebrada, no se me va la voz, mi cuerpo no reacciona de manera negativa, al contrario, tengo más espacio para hacer otras cosas. No es, para mí, una necesidad, no es mi razón de existir, no le doy ese poder a nada que no dependa de mí. Si así fuese, y por equis motivo, no pudiese hacerlo, caería en una depresión insoportable, por haber generado el apego, porque justamente habría hecho depender mis emociones de esa acción. Sacando las necesidades básicas, yo hago las cosas porque así las elijo, porque hoy tengo en claro qué es lo que quiero y qué no.
¿Y qué es lo que perdura? ¿Cuál es la huella que dejamos cuando nuestro cuerpo se ha ido? Pues yo creo que es el perfume que hemos entregado, que no es más que eso que hemos sentido por nosotros mismos. Por eso creo que no solamente uno hace lo que hace por uno, sino que, cuando trabajamos individualmente en mejorarnos, en mi caso, lo hago siendo consciente que lo que mejore en mí, por añadidura, mejorará el mundo en el que vivo y a los seres que lo habitan. Y aquí aparece la verdadera empatía. ¿acaso aislarme cuando estoy enojada con la vida es parte de no querer escupir ese enojo en otros seres que no tienen la responsabilidad sobre mi propia falta de gestión emocional en determinadas situaciones? ¿acaso los estoy cuidando de mí misma? ¿acaso querer protegerlos es amarlos? ¿dónde quedaría la empatía cuando en medio de mi enojo le ladro al que tengo al lado? ¿de qué habla el enojo sino de miedos a perder o a enfrentar algo? ¿se puede perder lo que nunca se ha tenido?
Estamos hablando de amor, de la esencia del amor, no del amor marketinero ni etiquetado en categorías, estamos hablando de un verdadero amor, de algo mucho más grande y que va mucho más allá del amor de pareja, de padre, de madre, de hermano, de amigo, del cotillón que le quieras agregar. Es el amor de la vida. Yo hablo siempre de ese amor, del que no pide nada a cambio y solo sabe dar, de ese amor que no pide sabiendo que no hay, de ese amor que agradece cuando le cae algo de yapa, porque no está esperando más que lo que él mismo puede generar. De este amor es del que siempre suelo hablar. Lo de más abajo es terrenal. Y sí… yo soy una loca a la que le gusta volar porque para quebrar estructuras hace falta ir más allá. Sin embargo, no dejo de tener los pies en la tierra, agradezco la experiencia como aval que me enseñó que amar todo lo que me rodea no significa perder la dignidad, sino más bien, reafirmarla cada día. Mis manos son mi historia y luego de muchos años, a través de un espacio amado, han podido volver a hablar.
Hemos venido a este mundo para romper con todo lo establecido, a sacarnos las capas de cebolla con las que NO hemos nacido.
¡Por eso viva el Big Bang, el cataclismo y el mismísimo apocalypsis!
¡Amo cada uno de los segundos de tus estallidos, seas quien seas, vivas donde vivas, vayas donde vayas, si eres feliz sin mí, pues festejare contigo! Porque si no me necesitas en tu vida, pensaré que entendiste todo y aunque no me elijas ¡brindo! Yo deseo la felicidad de las personas, aunque no sea conmigo.
Silvio dice que el amor hace que los muertos nunca mueran, ya que el mismo amor logra encenderlos. Estoy preparada para morir en todos los libros que escriba. No necesito a nadie para este vuelo, intento ir por un camino más sano y feliz eligiendo a quien quiero. Pagar el peaje es el desafío que tomo cada día porque sé que la mejor versión de mí misma, nunca estará en las manos de nadie más que en las mías, a través de los espacios que elija. Y no tengo apuro, pues a mí no me corre nadie, quien “quiera” volar conmigo bienvenidx sea y quien no, en el nombre más puro y verdadero del amor, le deseo un buen viaje. Porque yo no he venido hasta aquí y he pasado todo lo que pasé y he aprendido todo lo que aprendí para hacerme daño ni ser la cara de frustraciones de nadie. No, ese no es mi camino. Yo he venido aquí para amar y ser amado y es lo que cosecho día a día a través de cada abrazo que recibo.